domingo, 9 de agosto de 2015

Los primeros pasitos de la mano de mamá

Hace apenas un mes atrás, Faustina se largaba a gatear y con eso conseguía andar por todos lados dando saltitos. Los primeros días, semejante descubrimiento de su parte hizo que no quisiera pararse para caminar agarrada de mis manos. Lo primero que hacía, si quería ponerla de pie, era tirar la cola para sentarse y salir rapidamente gateando al ritmo de sus piernas moviéndose como dos gusanitos!

En piyama y zapatillas, Faustina camina por la casa.
Pero nuevamente tomó el gustito por pararse y caminar de la mano. Cada vez fue logrando mayor equilibrio y hace un par de días que camina tomándome solo una mano y hasta es capaz de soltarse y quedarse sola parada explorando el equilibrio. A sus quince meses de edad, ya es capaz de caminar agarrándose de los muebles o cualquier cosa que ve a su alcance, mientras se toma de mi mano. También camina sola de la cuna a la silla o entre los sillones del living, aunque lo hace algo insegura y buscando mi asistencia.

Todavía no se agacha para agarrar los juguetes del piso que se interponen en su camino. Cuando quiere algo que está frente a ella en el suelo, simplemente se sienta y se libera sus manos para agarrar el juguete o lo que haya encontrado. Sin embargo, noté que descubrió sus rodillas: le gusta doblar sus piernitas, levantar las rodillas flexionándolas cuando está sentada y tocárselas retirano los pies hacia atrás.

Debido a su síndrome de Down, por la mañana Faustina pareciera tener menor tono muscular, así que, por lo general, su actividad con el cuerpo en movimiento, y sobre todo parada, comienza a medida que va corriendo el día. La tardecita suele ser su momento de mayor esplendor de movimiento! Por eso va esta foto con su piyama puesto, lista para dormir, y sus zapatillas nuevas con cordones, regalo de la tía Susana.


Mientras Faustina ya se prepara para lanzarse a caminar solita y dar sus primeros pasos para conquistar su independencia, yo ya me estoy preparando para correr detrás de ella!

Recordá siempre que cada niño tiene su propio tiempo y ritmo de desarrollo. Nunca compares a tu hijo con otros chicos. Valorá sus logros y con ello fortalecerás la confianza en sí mismo.

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